Hace algunos días me dí cuenta de una cosa muy sencilla, pero que para mí es una gran explicación de cómo somos las personas....
Una manzana se cayó cuando iba a guardarla, y rápidamente apareció una parte más oscura en el lugar donde había golpeado conra el suelo. La volví a colocar, y pensé que si ofrecía esa manzana a alguien que no supiera que se me había caido, esa persona quitaría el trozo dañado dando por hecho que la manzana estaba en mal estado. Quizá si la manzana pasaba un par de días más en la nevera la zona golpeada fuera haciéndose cada vez más grande, por lo que si no la consumía pronto, correría el riesgo de perderla. Y en ese momento pensé qué pasaría si fuese manzana, cómo me sentiría si yo fuera exáctamente esa manzana que había sido golpeada.
Y ví la siguiente semejanza:
Las personas somos como esa manzana que en algún momento se le ha escapado a alguien de las manos y ha sido golpeada duramente, sufriendo al rato las consecuencias de semejante golpe... y de pronto, nos sentimos dañados, y con el corazón frío... y tal vez pasan un par de días y nadie nos ha mirado, no somos tan apetecibles como las manzanas que tenemos alrededor, que están sanas y relucientes. Pero estamos ahí, esperando dar nuestra dulzura a quien atrevido nos coja y esté dispuesto a probarnos...
Puede que se la ofrezcas a alguien que no conozca por qué se ha golpeado, que la juzgue en mal estado cuando sólo tiene un duro golpe, puedes tirarla dando por hecho que no merecía la pena ni siquiera probarla porque no tenía buen aspecto, o puedes ponerle un poquito de azúcar, y hornearla para que sea una deliciosa manzana asada y disfrutar de ella hasta el último bocado...
Así que cuando te den un duro golpe en la vida, acepta tu responsabilidad como manzana, e intenta que de las tres opciones, la tuya siempre sea la última... =)
vaya que metáfora tan curiosa:)me encanta:)
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